Los libros y la biblioteca digital del futuro.

 

INTERNET

 

La logística del print on demand está aún por desarrollar, aunque ya hay propuestas que lo vinculan a la red. Si cada día se venden más libros a través de la red y para tener éxito en el comercio electrónico hay tener un buen precio y servir rápido, las editoriales podrían colocar las nuevas imprentas en las naves de algunas compañías de correo urgente y tramitar a distancia la impresión, que en pocos minutos viajaría hacia el comprador.
Es una posibilidad. Y parece que en Estados Unidos, UPS, una de las principales compañías de correo urgente, va a participar en una prueba de este tipo.

Creadores

El hipertexto, con el que un término se vincula directamente a otro creando así una lectura no lineal, ya es un recurso informativo clave en el mundo multimedia que se ha empezado a conocer gracias a los CD-Rom y que ha desembocado en la World Wide Web, la parte más vistosa de internet.
El hipertexto, además, es un concepto que para algunos teóricos puede tener un gran impacto sobre la literatura y que será cada vez más importante a medida que lectores y autores entren plenamente en el formato electrónico.
La discusión sobre las aplicaciones literarias del hipertexto son incluso anteriores a la popularización de internet y de soportes como el CD-Rom. Los interesados en el tema pueden encontrar una amplia aproximación al mismo en dos interesantes libros colectivos sobre el tema: Teoría del Hipertexto y El futuro del libro, ambos publicados por Paidós.
En la red pueden encontrarse numerosos ejemplares de la narrativa hipertextual, que tiene en Michael Joyce a unos de sus autores más conocidos y un decidido defensor en Robert Coover, el escritor norteamericano autor de obras como Sesión de cine y defensor de la llamada meta-ficción.
En la red hay también ejemplos de autores que han empezado a utilizar la red como un nuevo sistema para establecer contacto con sus lectores o para probar sistemas de creación diferentes. John Updike participó hace un par de años en el primer experimento de creación colectiva de una novela a través de Internet. En la obra, titulada Murder makes the magazine (El crimen hace el magazine), el Premio Pulitzer puso la base de la historia y varias docenas de aficionados, elegidos entre miles de participantes, desarrollaron la trama.
Según los críticos, el resultado de esta operación, patrocinada por Amazon, fue un thriller bastante mediocre.
Escritores como el italiano Alessandor Baricco, autor de Seda, han utilizado la red para discutir su trabajo directamente con los lectores. Y en internet pueden encontrarse también algunas recreaciones multimedia de clásicos. Una de las más innovadoras es la versión electrónica de la Divina Comedia de Dante que apadrina la UNESCO y que cuenta en con las ilustraciones del artista Vladimir Liagatchev, quien ha invertido diez años de trabajo en el proyecto.

Bibliófilos y tecnófilos

La sustitución del papel no es un objetivo inmediato de la industria ni un hecho cultural y comercial fácil de articular, pero los e-books y similares, que se alimentan de contenidos a través de internet parecen un paso lógico en la evolución industrial del libro. No en balde simplifican la logística de distribución, almacenamiento y venta, que ahora mismo suponen un alto porcentaje del precio final del libro de papel. Y eliminan el concepto de libro agotado o no disponible en stock. Y abren nuevos mercados ya que un proveedor de este tipo de libros puede vender en cualquier parte del mundo, sin que importen las distancias geográficas respecto al usuario.
A la tópica pregunta sobre si el libro tiene futuro hay que contestar que sí, aunque el libro del futuro puede llegar a ser sustancialmente diferente del objeto surgido con la revolución de la imprenta hace quinientos años.
Internet, los e-books y otros sistemas que aún no han aparecido comercialmente probablemente convivirán durante algún tiempo con el modelo tradicional de libro, pero los cambios serán profundos y radicales. Existe, por ejemplo, la posibilidad de que el papel del futuro deje de ser de papel y sea papel electrónico o digital. La firma E Ink ya ha desarrollado una lámina de plástico flexible, delgada y recargable que contiene millones de cápsulas microscópicas que pueden oscurecerse y hacer las veces de tinta, permitiendo la publicación electrónica de todo tipo de textos e imágenes. Una de las empresas inversoras en este ambicioso proyecto, en fase experimental, es Motorola, quien planea dotar a las láminas de papel electrónico de un minúsculo receptor de radio que serviría para captar contenidos con los que alimentar periódicamente las hojas en blanco...
En este proceso de cambio, bibliófilos y tecnófilos tendrán tiempo para defender sus posturas, a menudo irreconciliables. Y también para que quienes defienden la fusión entre lo viejo y lo nuevo hagan valer sus argumentos. Como hace James J. O'Donnell en el artículo La pragmática de lo nuevo, incluido en el ya citado El futuro del libro.
"El auténtico espíritu de nuestra cultura -escribe- no se expresa aplicando pequeños trozos de esparadrapo a la estructura que hemos heredado, sino contribuyendo alegremente a su continua reconstrucción. En esa línea, sugiero que, aún con toda la pasión y el afecto que profeso a los libros, no debería preocuparnos demasiado su futuro. Los libros solo son portadores secundarios de cultura. La civilización occidental somos nosotros y nuestro trabajo es hacerla y rehacerla. La idea de que pertenecemos a una generación que tendrá tantas oportunidades para mejorarla o estropearla es terrorífica o, tal vez, estimulante."